27 noviembre 2017

Releyendo a Asimov



Tal vez en breve tengamos que releernos los relatos sobre robots de Isaac Asimov. Lo cierto es que el futuro que preveía está empezando a llegar y los robots, aunque lejos de ser tan inteligentes como los suyos y sin ser de aspecto humaniforme, están empezando a campar a sus anchas por nuestro planeta.

Hay algo curioso en esos relatos. En general, Asimov los escribía de manera que lo habitual era que te acabases poniendo del lado de los robots, sobre todo desde un punto de vista emocional. Algunos de ellos son verdaderamente empáticos, como “Lenny”, “Sally” o “El hombre bicentenario”.

Por otro lado, en nuestro mundo real, esto no sucede. Los robots que vemos suelen ser de tipo industrial o incluso los que tienen un cierto aspecto humaniforme, están bastante lejos de despertarnos grandes simpatías.

De hecho, sucede más bien lo contrario: suscitan alarma. Tememos que nos van a acabar sustituyendo, que podemos perder nuestro puesto de trabajo, que el futuro va a ser todavía más impersonal que el presente, que el internet de las cosas va a estar orientado a eso: a las cosas. Y así sucesivamente.

Supongo que todo depende del ASPECTO. Si los robots se parecen a nosotros, los acabaremos amando (u odiando). No sé si eso me da más miedo todavía, pero está claro que mientras se parezcan a una tostadora, por muy inteligente que sea, aunque se parezcan a la tostadora con IA de El enano rojo, mucho me temo que no dejaremos de considerarlos “simples” cosas amenazadoras.

¿Pero quién puede temer a un inocente niño-robot desvalido o a un robot con aspecto de oso panda? Me extremezco ante las posibilidades…