02 enero 2017

Correlaciones: el retorno de Asimov



Últimamente no paro de oír noticias que avisan sobre una inminente pérdida masiva de lugares de trabajo –más o menos no cualificados- a costa de una teórica robotización de estas plazas laborales.

Los robots y las inteligencias artificiales se ven como una gran oportunidad empresarial: son relativamente fáciles de amortizar, no protestan, no enferman, no dan problemas “innecesarios”, no cobran… en fin, el sueño húmedo de muchos neoesclavistas de hoy en día.

Lo cierto es que este mundo ya empezó con la industrialización. Recordemos a Ned Ludd y sus luditas. La cosa no ha parado. De hecho, ha ido in crescendo. Hoy día es normal encontrar fábricas en las que no existe la menor intervención humana o, como mucho, una de residual.

La cuestión es dónde se traza la línea, si es que debe hacerse tal cosa. Se puede entender que los robots asuman tareas repetitivas, aburridas o incluso peligrosas. ¿Pero deben sustituir también a los humanos allí donde éstos son realmente eficientes?

Yo creo que esa debería ser la línea. Si voy a un hotel, sinceramente, quiero que me atienda una persona, no un robot o una grabación enlatada. Si tengo un problema, sé que el humano, en general, lo resolverá mejor y si hay un incendio a media noche, qué queréis que os diga, a pesar de que a veces dejan que desear, prefiero que me guíe una persona, que será capaz de reaccionar mejor ante un imprevisto.

Y no, no quiero que un coche automático me lleve por las calles de una ciudad. De eso ni hablar. Por muy automatizado y probado que esté todo. Sigo confiando más en un taxista con experiencia.

Isaac Asimov será muy citado en este futuro neoludita que se anticipa ya. No será el único, por supuesto, pero me temo que habrá que releer con interés algunos de sus relatos más clásicos.