27 noviembre 2017

Releyendo a Asimov



Tal vez en breve tengamos que releernos los relatos sobre robots de Isaac Asimov. Lo cierto es que el futuro que preveía está empezando a llegar y los robots, aunque lejos de ser tan inteligentes como los suyos y sin ser de aspecto humaniforme, están empezando a campar a sus anchas por nuestro planeta.

Hay algo curioso en esos relatos. En general, Asimov los escribía de manera que lo habitual era que te acabases poniendo del lado de los robots, sobre todo desde un punto de vista emocional. Algunos de ellos son verdaderamente empáticos, como “Lenny”, “Sally” o “El hombre bicentenario”.

Por otro lado, en nuestro mundo real, esto no sucede. Los robots que vemos suelen ser de tipo industrial o incluso los que tienen un cierto aspecto humaniforme, están bastante lejos de despertarnos grandes simpatías.

De hecho, sucede más bien lo contrario: suscitan alarma. Tememos que nos van a acabar sustituyendo, que podemos perder nuestro puesto de trabajo, que el futuro va a ser todavía más impersonal que el presente, que el internet de las cosas va a estar orientado a eso: a las cosas. Y así sucesivamente.

Supongo que todo depende del ASPECTO. Si los robots se parecen a nosotros, los acabaremos amando (u odiando). No sé si eso me da más miedo todavía, pero está claro que mientras se parezcan a una tostadora, por muy inteligente que sea, aunque se parezcan a la tostadora con IA de El enano rojo, mucho me temo que no dejaremos de considerarlos “simples” cosas amenazadoras.

¿Pero quién puede temer a un inocente niño-robot desvalido o a un robot con aspecto de oso panda? Me extremezco ante las posibilidades…


21 noviembre 2017

Correlaciones: las ciudades perdidas de la Anatolia



A veces, la realidad supera la ficción. En este caso, la ciencia ficción. Hay una novela de ciencia ficción titulada: Eifelheim, de Michael Flynn en la que se narra un hipotético contacto extraterrestre en plena Edad Media en el centro de Europa.

En la novela se va alternando el presente y el pasado. En el presente, hay unos investigadores de la novísima ciencia de la Cliología, que es otro nombre más moderno para la Psicohistoria asimoviana, corregida y aumentada.

Gracias al estudio cliológico de los mapas medievales de Alemania, se llega a la conclusión de que en un determinado lugar debería haber una población, pero allí no hay nada: sólo leyendas sobre demonios.

Algo parecido acaba de suceder en la península de Anatolia, en la moderna Turquía, sólo que justo al revés: del estudio de 12.000 tablillas cuneiformes, se ha podido deducir la presencia de hasta 11 ciudades antiguas que aparecían en dichas tablillas pero de las que no se tenía la menor evidencia arqueológica.

Estas ciudades aparecían citadas en las tablillas, pero no así sus coordenadas, claro. La gracia es que estudiando las rutas comerciales entre dichas ciudades y aplicando modelos matemáticos –podríamos decir que cliológicos- ha sido posible inferir la ubicación de dichas poblaciones, datadas en el segundo milenio a.C., en plena Edad del Bronce. Lo han conseguido investigadores de Stanford y Harvard.

Como decía: la realidad supera con creces la ficción.

16 noviembre 2017

Correlaciones: Estresados de tanto comprar



El año se ha convertido en un calendario continuo de ocasiones para comprar y gastar. Empieza la cosa en enero, con sus consabidas rebajas. Después llega el 14 de febrero y San Valentín. En abril tenemos el día de la rosa y del libro y a principios de verano, las rebajas de verano y las vacaciones. En otoño, la vuelta al cole con todo lo que ello conlleva. Después viene el Día del Soltero, el Black Friday y, por supuesto, toda la parafernalia de las compras navideñas y de Reyes. Es imposible no acabar estresado de tanta compra. Y seguro que aún me dejo algo.

Vivimos en un mundo en que “tanto compras, tanto vales”. Pobre Frederik Pohl, si levantase la cabeza. A todos los amantes de la ciencia ficción nos vienen in mente novelas geniales como “Mercaderes del espacio” (F. Pohl y C. Kornbluth) o su continuación, “La guerra de los mercaderes” (F.Pohl), o novelas cortas, como “La plaga de Midas” (F. Pohl).

Pohl era un gran crítico del capitalismo hiperconsumista. También lo demostró en su ciclo de novelas del Reverendo Hake, que describían un mundo con los recursos agotándose y en el que las grandes corporaciones y los estados se dedicaban a sabotearse los unos a los otros mediante tácticas bastante poco éticas. Todo desde un punto de vista estrictamente económico y consumista.

Lo cierto es que Pohl es el paradigma de este tipo de literatura, como Asimov lo es de la robótica o Heinlein lo es del ultraliberalismo anárquico (si tal cosa es posible).

Memorables son los conceptos de “la gallina” o “la campbelización límbica” que aparecen en “Mercaderes del espacio”, o los coches de lujo a pedales, porque la gasolina es algo más que un objeto de lujo en el futuro a medio plazo que describe.

No sé si Pohl se quedó corto. Tendremos que esperar un poco a ver cómo evoluciona el siglo XXI. Pero de momento, todo apunta a que Pohl tenía más razón que un santo predeciendo la sociedad hiperconsumista en la que nos encontramos.