10 abril 2006

Impasse

Se habla bastante últimamente acerca de la crisis de la ciencia ficción. Por una parte, cuesta encontrar nuevas temáticas y tratamientos verdaderamente frescos y originales dentro del género. No ha habido nuevos movimientos propiamente dichos (como en su día lo fue el cyberpunk) desde hace mucho tiempo y, las temáticas, parecen agotadas.

Por otro lado, se nota un cierto cansancio entre los escritores del género más curtidos, en parte porque existe un desinterés creciente por este tipo de literatura, en parte porque la edad no perdona. Si examinamos detalladamente las edades de los escritores vivos más destacados, veremos que, salvo alguna excepción, la mayoría tienen ya sus años. Algunos, incluso, son viejas glorias que persisten en la labor literaria, no siempre con acierto.

¿Por qué se ha llegado a esta situación? Es muy difícil precisar todas las causas. De hecho, son muchas y variadas. La propia ciencia ficción pareció entrar en crisis en los años ochenta, con el surgimiento de las novelas-franquicia que, si bien tienen tanto derecho a existir como cualquiera, causaron un daño económico importante en el sector. Es más, ofrecieron al gran público lo que buscaba: literatura de masas, sin grandes experimentalismos, conservadora en las formas. Una especie de usar y tirar literario.

De hecho, algunos escritores bastante críticos con el fenómeno, han acabado sucumbiendo a los pingües beneficios que este tipo de novelas generan y han escrito para una u otra franquicia, con mayor o menor éxito. Desde luego, abandonando casi toda pretensión literaria.

La sociedad occidental consumidora de ciencia ficción, ha experimentado un gran cambio en las últimas décadas. La ciencia ha dejado de verse como algo esperanzador y su lugar en los altares domésticos ha sido sustituido por otros valores. En un mundo en el que las pseudociencias y la televisión basura están en alza, difícilmente la literatura en general, puede experimentar un renacimiento.

Por lo tanto, yo ubico esta decadencia de la ciencia ficción, una literatura por lo general con algunos autores innovadores y bastantes temáticas críticas, en un contexto más amplio de decadencia cultural. No creo que la ciencia ficción sea una excepción.

Es cierto que algunos subgéneros han parecido aguantar mejor el tirón, como el terror o la fantasía. Supongo que ello se debe a que poseen una componente más escapista, más acorde con unos tiempos en los que pensar no está de moda.

Por otro lado, algunos destacados autores de literatura mainstream (es decir, no de género) han empezado a experimentar con temáticas propias de la ciencia ficción. Así tenemos los recientes casos de Ishiguro o de Roth, pero si vamos escudriñando las publicaciones de los últimos años, podremos ver claramente que son muchos más.

Por supuesto, dichos autores han sido ignorados en gran medida por los lectores del género, aunque éstos están prestando cada vez mayor atención a lo que se publica fuera del rincón friki (afortunadamente para todos).

¿Se está diluyendo la frontera un tanto indefinible que separa el género que la literatura general? Es cierto que hay gente que apuesta a que sí. Es más, hay gente que trabaja activamente para que así sea.

No sé qué deparará el futuro y hacer predicciones no es lo mío. Pero creo que la ciencia ficción se disolverá en la literatura general a menos que alguien lance una nueva revolución como en su día fue el new wave o, posteriormente, el cyberpunk. ¿Pero qué? Los temas tecnológicos parece que están ya muy manidos y los temas sociales van a la zaga.

¿Qué tendencias hay en el "mercado literario"? Por un lado, un repunte de la ucronía, que tiende a fusionarse con el thriller y la novela histórica. Por ahí parece que puede ir una de las tendencias de disolución.

Por otro lado, la fantasía parece estar en una cierta ebullición. Algunos autores están ofreciendo algo más que dragones y mazmorras y ello ha sido premiado por el público lector, al menos en Europa, aunque aquí no tanto, tal vez por publicarse estas novelas en colecciones más o menos minoritarias. Aunque también es cierto que algunas de estos autores se han convertido en los abanderados de dichas editoriales. Baste ver el caso del genial Sapkowsky o del folletinesco Martin.

Pero no parece haber en el horizonte nada muy nuevo. Ojalá lo hubiese, pero parece que no. El hard sigue en sus trece, tocando paisajes y temas ya muy manidos; la space opera, un tanto estancada, ofrece nuevas sagas y nuevos conceptos, pero tampoco excesivamente rompedores. De hecho, existe una cierta autocomplacencia en el género que lo está condenando a un futuro poco halagüeño.

Claro que, también puede verse de otra manera. La ciencia ficción suele especular habitualmente sobre el futuro, ya sea con una función prospectiva, ya sea para hablar del presente en otro marco de referencia que nos permita comprenderlo mejor. Y el futuro es algo que se ha vuelto terriblemente nebuloso.

No existe la esperanza de un mundo mejor en el horizonte. A fin de cuentas, ¿qué alternativas serias y potentes hay hoy día al capitalismo ultraliberal globalizador, a la destrucción del medio ambiente y a los problemas sociales? ¿De verdad hay mucha gente que quiera leer sobre distopías? Puede suceder, entonces, lo que a Disch y perder a buena parte de su público lector, con el consiguiente abandono por el escritor del género.

Tal vez un mundo esperanzador, una nueva utopía, comprometida a la vez que arriesgada podría ilusionar otra vez a los potenciales lectores del género, aunque tal y como están las cosas, no sé ni si aun con esas...