08 diciembre 2005

Señales de lluvia / Kim S. Robinson

Señales de lluvia
Forty Signs of Rain
Kim Stanley Robinson
Minotauro

Éste es el segundo libro que leo de Kim Stanley Robinson (el primero fue Icehenge) y de momento, no lo encuentro un autor entusiasmante. Icehenge me gustó con moderación. En cambio Señales de lluvia me ha aburrido bastante, dejando a parte el final, que es un poco más entretenido, pero que no justifica en absoluto el resto del libro.

Podríamos resumir la novela en "vicisitudes de unos científicos que se enfrentan con la ceguera de los políticos y contra los intereses económicos para hacer algo ante el cambio climático" y poca cosa más. De hecho, el texto de la contraportada es mucho más emocionante que todo el libro en sí, que es un seguido de escenas de vida cotidiana que en ocasiones se vuelven bastante aburridas y que no aportan absolutamente nada al conjunto general.

Para mayor inri, el autor parte de dos hilos argumentales que se acaban convirtiendo en uno por disolución insípida de uno de ellos en el otro. Es decir: que la mitad sobra descaradamente.

Habitualmente me gusta hablar el clave positiva y destacar lo bueno de un libro, pero es que en este caso admito que no sé qué resaltar. La prosa es algo pesada y desde luego no se lee con fluidez, ya que en cada uno de los diez capítulos en que se divide el libro, apenas si sucede nada emocionante, hasta cerca del final, que tampoco es ninguna maravilla. A menos que consideremos como algo maravilloso y arrebatador el que se nos cuente con pelos y señales cómo un padre cuida de su hijo en vez de hacerlo su madre.

En fin, que estamos ante un libro discursivo, que no tiene prácticamente nada de ciencia ficción, carece de sentido de la maravilla, especula sobre temas ya muy trillados, no ofrece ninguna solución excesivamente ingeniosa y, peor aún, no dice nada que no sepamos ya. Por si fuese poco, los personajes están poco desarrollados y son tan normales que resultan anodinos. Cualquiera de las crónicas de los últimos meses sobre los huracanes que han azotado el sur de los Estados Unidos son más llamativas que este libro.

Los únicos personajes que llaman la atención -los monjes budistas- parecen tener tanta influencia en el desarrollo de los acontecimientos como un percebe.

Esperemos que la Trilogía de Marte de la que tan bien me han hablado sea diferente, porque si no, este autor, va a pasar a lo más profundo de mi pila de lecturas pendientes.

2 Comments:

At 12:13 a. m., Blogger Nacho said...

La prueba del algodón definitiva son las trescientas primeras páginas de "Marte rojo". Si las pasas, seguro que te gustan tanto ese libro como "Marte verde" (para mi el mejor de los tres; "Marte azul" es un paquetón descomunal de esos que hacen época).

¿Por qué trescientas páginas? Es necesario que atravieses varios de los momentos cumbres de la serie. Entre toda la especulación ecológica, social, política, religiosa, biológica, geológica, química, cultural, meteorológica,...que despliega y la intensa dinámica de personajes a la que Robinson te somete hay que catar las decenas de páginas en las que los protagonistas viajan por la superficie del planeta rojo en busca de una estación lejana, una ciudad, una extraña formación geológica, de sí mismos,... Si no te inducen narcolepsia aguda entonces te gustará. Pero si te dejan roque mejor utilízalos para calzar algún sofá al que le falte una pata... Les sacarás mejor partido.

 
At 10:17 p. m., Blogger Unknown said...

Yo Marte Rojo lo encontré Fascinante. Marte Verde no me entusiasmó mucho y Marte Azul me gustó mucho. Precisamente la especulación y el sentido de la maravilla son grandiosos y tiene personajes profundos y bien construidos.

Tiempos de Arroz y Sal también me gustó mucho, un esfuerzo titánico. A veces el ritmo es lento, pero vale la pena. Icengenghe no me gustó en lo absoluto y es una pena que hayas empezado por allí.

 

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