Hijo de sangre
He leído recientemente
el relato “Hijo de sangre” (”Bloodchild”, 1984) de Octavia
Butler, premio Hugo 1985, contenido en Lo mejor de Isaac Asimov
Science Fiction Magazine, recopilado por Gardner Dozois.
Se trata de un buen
relato de ciencia ficción. En él se describe una sociedad futura de humanos que
han sido invadidos por extraterrestres que los utilizan como parásitos para
incubar sus larvas y así poder reproducirse.
A pesar de la aparente
temática de terror, el relato no inspira repugancia. Al contrario. Se trata de
un relato que habla de la ternura, del amor, de la colaboración, a pesar de la
extraña relación parasitaria entre humanos y aliens, cosa que lo convierte en
un relato muy poco al uso.
Generalmente, el
tratamiento que otro escritor le hubiera dado al tema hubiese sido mucho más
parecido al de Alien, de Ridley Scott, con los consecuentes
vertidos de jugos corrosivos y de parásitos que salen del cuerpo poniéndolo
todo perdido. Y desde luego, con muy poco “amor” por el huésped. Pero lo cierto
es que se parece más bien al magnífico relato de James Tiptree Jr., “Amor es el
plan, el plan es la muerte” (“Love is the Plan the Plan is Death”,
1973, Premio Nebula 1974).
Supongo que “Hijo de
sangre” fue la base de la conocida Trilogía de la
Xenogénesis, compuesta por Amanecer (“Dawn”),
Ritos de madurez (“Adulthood Rites”) y
Imago (“Imago”), escrita muy poco después.
Por desgracia, Octavia
Butler no ha sido muy bien tratada por el mercado editorial en castellano. La
trilogía está publicada en Ultramar en una edición algo
antigua y es difícil de encontrar. Y poco más. El relato está publicado en
Martínez Roca en una edición también bastante antigua y no
menos díficil de hallar.
Hace unos años, en época
de vacas gordas, Roca Editorial anunció que publicaría
alguna otra de las obras de Butler, pero lo cierto es que el proyecto –y la
colección de ciencia ficción en que se iba a publicar- se quedó por el camino.
Ni permitirás por inacción…
¿Se acuerdan de las 3
leyes de la robótica propuestas por Isaac Asimov en sus relatos y novelas sobre
robots? Hagamos un breve recordatorio:
Primera
Ley: un robot no puede causar daño a un ser humano ni permitir por
inacción que un ser humano resulte dañado.
Segunda
Ley: un robot debe obedecer las órdenes que le dé un ser humano,
excepto cuando ello entre en contradicción con la Primera Ley.
Tercera
Ley: un robot debe proteger su existencia, excepto cuando ello entre
en contradicción con la Segunda o la Primera Ley.
Lo cierto es que estas
leyes estaban pensadas especialmente para robots humaniformes, que
interactuarían inteligentemente con seres humanos. Esos robots, tal y como
fueron concebidos por Asimov aún no existen, aunque tal vez no estén tan lejos
como pudiera parecer.
Ahora, la Unión Europea
ha decidido poner un cierto orden legal respecto a los robots, a los que
denomina como “personas electrónicas”. Una de las leyes que quiere implantar es
que los robots paguen impuestos y que coticen en la seguridad social. Vaya, que
no sean simplemente carne de cañón que les quiten alegremente los puestos de
trabajo a las “personas de carne y hueso”.
La verdad es que en el
mundo neoliberal en que vivimos, la propuesta me ha sorprendido. Por supuesto,
me parece fantástico que quienes trabajan, aunque sean robots, paguen
impuestos. La cuestión es que hay un antiguo precepto legal según el cual,
pagar impuestos concede derechos legales y políticos. ¿Podrán votar los robots
trabajadores en las elecciones municipales?
La propuesta puede
parecer ridícula, aunque yo ya he visto cosas más sorprendentes, así que no lo
descartaría. Ya me veo a los políticos visitando las fábricas robotizadas y
dándoles la manita a sus moradores, implorándoles su voto…
Por otro lado, otra de
las propuestas es que los robots tengan el equivalente de la Primera Ley, que
se cumpliría mediante la existencia de un botón de autodestrucción del robot,
por si se desmadra.
Es curioso que el
Parlamento Europeo haya decidido legislar sobre un tema que aún está bastante
verde, como es el de la inteligencia artificial, aunque en el caso de los
impuestos, ya no me extraña nada. Si los humanos los pagamos casi por cualquier
cosa, tampoco me sorprende excesivamente que los robots sean los siguientes en
la lista.