Te veo, te grabo
Hace tiempo, leí una distopía bastante interesante:
Tierra, de David Brin, que nos mostraba un futuro a unos
cincuenta años vista del presente. Desde entonces deben haber pasado ya dos
décadas, casi la mitad del tiempo en que se emplazaba en el futuro la acción.
Una de las cosas que más me llamaron la atención fue la
propuesta de que la gente (sobre todo, la gente mayor) iría todo el santo día
con un grabador de imágenes a cuestas, almacenando todo lo que se les pasase
por delante de las narices.
Y ciertamente, el futuro se ha hecho presente. Antes, en los
conciertos nocturnos de música rock, veías multitud de lucecitas emitidas por
los mecheros del público. Hoy día, -a parte de que se fuma menos- las lucecitas
que pueden verse son las pantallas de los móviles que se dedican a grabar el
concierto. Una cosa no es real aunque suceda ante tus ojos, si previamente no
ha sido grabada por el móvil y posteriormente transferida a tu red social
favorita.
Brin acertó bastante de pleno. Y eso que aún no hemos
entrado en el dominio de las Google Glasses, que darán mucho que hablar y que
aumentarán exponencialmente el fenómeno.
Incluso hay una cámara que se cuelga al cuello y que toma
una instantánea cada cierto tiempo. De esta manera, podemos seguir la
trayectoria vital de una persona, lo que me recuerda ligeramente al magnífico
relato de J. G. Ballard, “Nieve”.
Y es que a veces pienso que, ciertamente, nos dirigimos a
pasos agigantados hacia la singularidad tecnológica, pero en un sentido literal
de singularidad: o sea, hacia un inmenso agujero negro lleno de bits y de memes
del que nadie podrá escapar.
Los premios Ignotus (1991-2000) / AA. VV.
Los premios Ignotus (1991-2000)
AA. VV.
Sportula
472 págs.
2014
Este libro pretende recoger los relatos ganadores de los
premios Ignotus desde 1991 hasta el 2000. Pero es mucho más que eso. También es
la historia de la ciencia ficción española y del fandom durante esos años. Una
curiosa lista de sucesos y batallitas diversas que harán las delicias de los
más cotillas. Y si la cosa no interesa, se puede ir directamente a los relatos.
“La estrella” de Elia Barceló es una narración escrita
ligeramente en clave experimental sobre un futuro retorno a una Tierra
post-catástrofe de algunos de sus descendientes que se encuentran con algo que
no esperaban.
“A tumba abierta”, de Rafael Marín es un relato muy bien
escrito, ambientado en el universo de su conocida novela “Lágrimas de luz”. No
obstante, a mí se me hizo larguísimo a partir de la mitad de la narración y
excesivamente sanguinolento, por lo que no lo pude disfrutar en absoluto.
“Estado crepuscular”, de Javier Negrete es un viejo conocido,
poco en la línea de lo que ha escrito posteriormente el autor. Es un relato de
ciencia ficción en clave humorística que describe la interacción entre la
especie humana, representada por un individuo peculiar y sin escrúpulos, que
cae simpático, y una raza extraterrestre dividida en castas, regida por una
peculiar inteligencia artificial.
“Castillos en el aire”, de Rodolfo Martínez, es un agradable
relato de ciencia ficción ambientado en España, pero con un cierto aire a los
relatos de la Taberna del Ciervo Blanco, de Arthur C. Clarke.
“El robot” es una interesante narración ambientada en el
universo de Drímar pero inspirada en un clásico relato de robots asimovianos
con sus inevitables Tres Leyes de la Robótica.
“El bosque de hielo”, de Juan Miguel Aguilera, es una de las
mejores narraciones del libro, con interesantes ideas ya vistas con
anterioridad en la ciencia ficción pero curiosamente mezcladas e hilvanadas.
“Mi esposa, mi hija”, de Domingo Santos, es un buen relato
sobre la clonación, que recuerda en algunos momentos al “Cyteen” de Cherryh.
Bien escrito, de buen leer y emotivo, desde luego.
“El decimoquinto movimiento” de César Mallorquí es un relato
breve pero intenso, sobre el ajedrez y la vida, sobre una batalla épica entre
dos familias a lo largo de la historia pero, sobre todo, que hace pensar e
impacta.
Finalmente, “En las fraguas marcianas”, de León Arsenal, un
relato épico sobre el “viejo” Marte como nos imaginábamos que era antes de que
llegasen las sondas espaciales, con su historia milenaria, su filosofía arcaica
y sus marcianos, por supuesto. Todo ello escrito con la maestrí lingüística de
Arsenal.
En general, una antología de lo mejor de lo mejor de la
ciencia ficción española reciente en el campo del relato. Muy recomendable.