30 abril 2008

El curioso caso de Doris Lessing

Recientemente, la escritora británica Doris Lessing recibió el Premio Nobel de Literatura. Como es natural, las librerías se lanzaron a rebuscar en sus stocks a ver qué tenían de la autora para desempolvarlos y ponerlos en lugar preferente, que ya se sabe que la gente es muy caprichosa y basta que algún escritor reciba el Nobel para que se lancen sobre su obra, la cual muchas veces les era completamente desconocida con anterioridad a la concesión del premio.

Algunos de los desempolvadores son los críticos (o supuestos críticos) literarios, algunos de los cuales deben buscar información del autor en cuestión en la Wikipedia. Acto seguido, sazonan sus mal digeridos conocimientos con unas cuantas anécdotas –preferentemente escabrosas- y con un montón de tópicos baratos. Sólo así se explican ciertas declaraciones.

Por ejemplo, sobre Doris Lessing he leído en algún lugar de cuyo nombre prefiero ni acordarme que es una gran escritora, con una producción de lo más recomendable. Y, a parte, claro, está su obra de ciencia ficción, a la que califican poco menos que de menor o de basura, directamente. ¡Toma ya!

Vale, de acuerdo, como escritora de ciencia ficción, Doris Lessing no es especialmente brillante. Los matrimonios entre las zonas tres, cuatro y cinco no pasará a los cánones del género. Pero tiene algunas obras interesantes, como Instrucciones para un descenso al infierno o La grieta. Pero claro, ya se sabe, ciencia ficción, “tonterías del espacio” (mi abuelita dixit), monstruos de ojos saltones y literatura para adolescentes.

Decir eso de la prosa de Doris Lessing es una solemne estupidez, como sabrá cualquiera que haya podido y querido leer algo de ella. Pero la ignorancia de estos autodenominados popes de la crítica es descomunal. Allá ellos.

09 abril 2008

Hiperrealismo: ¿cuán real es la realidad?

A veces me pregunto: ¿cuán real queremos que sea la realidad? Esta pregunta me la suelo hacer muchas veces cuando veo la progresión tecnológica que llevan muchos aparatitos electrónicos que forman parte de nuestra cotidianiedad, como el teléfono móvil, la televisión o los reproductores de música.

Pongamos un ejemplo: el ojo humano. Cada uno de ellos dispone de unos 130 millones de bastones y 7 millones de conos que, combinados, producen una información cercana a lo que en fotografía digital llamaríamos 200 megapíxels. Hasta aquí bien. Pero resulta que el nervio óptico no puede conducir un flujo tan grande de información, así que la comprime a poco menos que 1,5 megapíxels por ojo.

Vale, ¿y qué? Pues que las cámaras fotográficas actuales suelen tener entre 3 y 4 megapíxeles. Mucho más de lo que el sistema de procesamiento visual humano puede discernir. ¿Para qué queremos tanto megapíxel?

Otro tanto podríamos decir de los colores. El sistema estándar digital consiste en codificar 16 millones de colores mediante una señal RGB (rojo-verde-azul) con 3 bytes para cada píxel, 1 para cada canal RGB, lo que permite 256 tonos de cada color. El total de combinaciones posibles: 256 x 256 x 256 da los 16 millones de colores. Pero el ojo humano no distingue tantas tonalidades.

De hecho, es posible que se quede corto en los rojos, ya que probablemente seamos capaces de distinguir más de 256 tonalidades de rojos (aunque ya es mucho decir), pero no somos capaces de distinguir 256 tonalidades de verdes y aún menos 256 tonalidades de azules. Por lo tanto, todo lo que supere esta cantidad de tonos es desperdiciar memoria. Al menos para los humanos.

Lo mismo sucede con el sonido. En principio, una frecuencia de muestreo de 64Kb/s es más que suficiente para el rango dinámico habitual en un ser humano. Eso significa 65536 muestras (valores) por segundo. Es cierto que un oído muy entrenado o uno muy joven podría detectar ciertas imperfecciones en los agudos, por lo que los nuevos formatos de audio digital han aumentado la frecuencia llevándola al límite de nuestros sentidos.

Pero la tecnología tiende a ir aumentando exponencialmente la capacidad de almacenamiento y de resolución. Sólo los fenómenos cuánticos de los materiales parecen determinar un límite práctico al crecimiento, no el sentido común. Es aquí cuando me pregunto, ¿cuán real queremos que sea la realidad?

En una novela de Michael Crichton, Rescate en el tiempo (1999-1357) se planteaba la posibilidad de almacenar la composición exacta de un cuerpo humano en una memoria. En otras novelas y relatos de ciencia ficción, se habla de almacenar el contenido total de un cerebro humano en un soporte físico diferente del de un cerebro, como si un disco duro o un DVD se tratase.

De hecho, este es el mecanismo habitual del teletransporte en series de ciencia ficción como Star Trek: la información se almacena en un buffer y se transmite a otro lugar, donde se recompone la configuración inicial.

Sin entrar en cuestiones filosóficas, parece que la capacidad de almacenamiento y de resolución de la tecnología humana está alcanzando cotas realmente metafísicas, más allá de las necesidades prácticas que podamos tener o llegar a tener en un futuro más o menos inmediato.

04 abril 2008

Grandes frases de la literatura fantástica

“Dr. Chandra, ¿soñaré?” (“Dr. Chandra, Will I dream?”)

2010. Odisea dos, Arthur C. Clarke


“Todos esos mundos son vuestros, escepto Europa. No intentéis aterrizar allí” (“All these worlds are yours, escept Europa. Attempt no landings there”)

2010. Odisea dos, Arthur C. Clarke


Dios mío: ¡está lleno de estrellas! (“My God: It’s full of stars!”)

2001. Una odisea en el espacio, Arthur C. Clarke


“La violencia es el último recurso del incompetente” (“Violence is the last refuge of the incompetent”)

Fundación, Isaac Asimov


“¿Lo intentaron y fallaron? – Lo intentaron y murieron” (“They tried and failed? - They tried and died”)

Dune, Frank Herbert


“Porque es el Kwisatz Haderach” (“Because He Is the Kwisatz Haderach”)

Dune, Frank Herbert


“No conoceré el miedo. El miedo mata la mente. El miedo es el pequeño mal que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí. Y cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino. Allí por donde mi miedo haya pasado ya no quedará nada, sólo estaré yo.” (“I must not fear. Fear is the mind-killer. Fear is the little-death that brings total obliteration. I will face my fear. I will permit it to pass over me and through me. And when it has gone past I will turn the inner eye to see its path. Where the fear has gone there will be nothing. Only I will remain.”)

Dune, Frank Herbert


“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos "C" brillar en la oscuridad cerca de la puerta de "Tanhauser". Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia.... es hora de morir.” (“I've seen things you people wouldn't believe. Attack ships on fire off the shoulder of Orion. I watched c-beams glitter in the dark near the Tannhäuser Gate. All those ... moments will be lost in time, like tears...in rain. Time to die.”)

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? [Blade Runner], Philip K. Dick


¡No puedes pasar! (“You Can’t Pass!”)

El Señor de los Anillos, J. R. R. Tolkien


¡Corred, insensatos! (“Fly you, fools!”)

El Señor de los Anillos, J. R. R. Tolkien


“Tres anillos para los reyes Elfos bajo el cielo,

Siete para los señores Enanos en sus palacios de piedra,

Nueve para los Hombres mortales destinados a morir,

Uno para el Señor Oscuro sobre su trono oscuro

en la Tierra de Mordor donde las Sombras caen.”


“Three Rings for the Elven-kings under the sky,

Seven for the Dwarf-lords in their halls of stone,

Nine for Mortal Men doomed to die,

One for the Dark Lord on his dark throne

In the Land of Mordor where the Shadows lie.”


”Ash nazg durbatulûk,

ash nazg gimbatul,

ash nazg thrakatulûk

agh burzum-ishi krimpatul.”

”One Ring to rule them all,

One Ring to find them,

One Ring to bring them all

and in the darkness bind them.”

El Señor de los Anillos, J. R. R. Tolkien


El mundo ha cambiado.

Lo siento en el agua.

Lo siento en el aire.

Lo huelo en la tierra.


“The World has changed.

I feel it in the water.

I feel it in the Earth.

I smell it, in the air”


”I amar prestar aen,

han mathon ne nen,

han mathon ne chae

a han noston ned ‘wilith”

El Señor de los Anillos, J. R. R. Tolkien