01 agosto 2007

¿Está lleno de estrellas?

Ahora entiendo plenamente el comentario de 2001. Una odisea espacial de Arthur C. Clarke, cuando el comandante Bowman dice My God, It’s full of stars! (“¡Dios mío, está lleno de estrellas!”) no es que se hubiera fumado algo, como la época pudiera hacer pensar, es que probablemente estaba borracho y además veía doble. De ahí la multitud de puntitos luminosos que veía en el gran Zagadka.

La coña viene de la recién aparecida noticia de que, al parecer, la NASA permitió volar a astronautas ebrios. Ebrios de alcohol, se entiende. Vaya, lo que en rusticam se diría “borrachos como una cuba, tajados, piripis”, etc.

Al parecer, no sólo iban en estado de alcoholemia, sino que encima se sabía y aún así les permitieron ir en la misión espacial. Después pasa lo que pasa, claro. Y es que el espacio ya no es lo que era.

El segundo capítulo de Star Trek: The Next Generation iba justo de eso: de una descomunal borrachera que afecta a toda la tripulación producida, eso sí, muy puritanos ellos, por un fenómeno físico rarito. Es de las pocas veces que podemos ver al capitán Picard diciendo palabrotas, a la doctora Crusher y a la consejera Troy insinuándose lascivamente y a Data seducido por una mujer de armas tomar, nunca mejor dicho.

Pero una cosa es la ficción y otra muy distinta la realidad. Tampoco debe cundir el pánico, por eso. Al parecer, las funciones de los transbordadores espaciales están tan automatizadas, que la presencia humana es meramente decorativa y eso de que están superatareados en el espacio es un cuento chino.

La cuestión es que les encargan a los astronautas un montón de trabajos para que no se sientan unos perfectos inútiles. Precisamente en 2001, era el ordenador de abordo, HAL, quien hacía todo el trabajo “sucio”. No me extraña que el pobre se cansase de los “parásitos” a los que tenía que cuidar y se deshiciese de ellos mientras iba tarareando para sí la bonita tonadilla Daisy, Daisy.

Afortunadamente, la cosa se arregla haciendo lo que cualquier informático haría: apagando el dichoso ordenador. Aunque Bowman demuestra que es muy mal informático porque después de apagarlo, no vuelve a reiniciar el sistema. Así acaba el pobre, comiendo farinetas el resto de su vida en una habitación que parece sacada de un taller de renderizados.

En fin, que si en la Tierra detienen a la gente por ir borracha al volante, por qué iban a ser diferentes los astronautas, tan humanos ellos, y no emborracharse en el espacio. ¡A saber qué perversos efectos tiene el alcohol en ingravidez! No me extrañaría que se tratase de un experimento de la NASA para comprobar los efectos del alcohol en gravedad cero. Es más, dudo que sea la primera vez que pasa.

Por lo tanto, señores terrícolas, no olviden asegurar su coche y su casa y hasta su misma persona contra chatarra cósmica la próxima vez que les haga una visita su agente de seguros. Pueden ahorrarse disgustos tal y como están las cosas.

1 Comments:

At 6:27 p. m., Blogger La Pimpinela Escarlata said...

¿No habrá también parte de esa moralina de obligar a todo el mundo a estar sano sin preguntar si uno quiere esa "vida saludable"?.

 

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