10 agosto 2007

Correlaciones: Religión y fanatismo

Leo un par de noticias relacionadas con el Islam que dan que pensar…

La institución de Al Azhar, la más prestigiosa del Islam suní, acaba de condecorar a una niña de cinco años por ser la egipcia de menor edad que ha memorizado el Corán íntegro. Su padre, la mar de orgulloso, quiere que su hija siga la carrera religiosa en uno de los colegios de Al Azhar.

En Holanda, un parlamentario ha pedido que se prohiba el Corán, por considerarlo “un libro fascista”. La propuesta ha levantado todo tipo de reacciones, desde los que consideran que las religiones no pueden prohibirse, hasta los que están completamente a favor por le trato que se propugna hacia sus apóstatas o las mujeres, por ejemplo.

La primera noticia me recuerda bastante al vídeo del niño predicador en YouTube que circuló hace unos días por la Red. Pero también me recuerda enormemente a la protagonista del libro de Orson Scott Card, Ender el Xenocida, por el conflicto que plantea entre la fe y la razón en una joven mente, que acaba tan retorcida como las líneas de la madera que resigue con su cuerpo por el suelo.

Estamos ante un debate muy antiguo que no parece haber hallado una solución satisfactoria a lo largo de los siglos. ¿Debe enseñárseles religión a los niños, cuando éstos no tienen capacidad de entenderla ni de procesarla adecuadamente, sólo por el hecho de que los padres sean creyentes?

Dicho de otra manera, ¿se debe aceptar el proselitismo en niños “indefensos” mentalmente para decidir si aceptan o no lo que se les está enseñando, muchas veces imponiendo?

La noticia habla del Islam, pero a fin de cuentas, podemos extenderlo a cualquier religión. En Estados Unidos no son extraños los concursos en que los participantes, a veces muy jóvenes, se aprenden los Evangelios de memoria o bien largos pasajes de la Biblia.

Por otro lado, ¿qué sucede cuando la Fe choca con la Razón? Es más, ¿qué hacer cuando el sistema educativo choca con una creencia personal? El caso más flagrante lo tenemos con la controvertida enseñanza de la teoría de la Evolución, que está siendo combatida por los fundamentalistas cristianos con la “teoría” del diseño inteligente.

Si acaban saliéndose con la suya, no me extrañaría que en el futuro, los biólogos y los biotecnólogos norteamericanos desapareciesen del mapa y tuviesen que ser importados de otros países. Algo parecido a lo que sucedió durante décadas en la Unión Soviética en donde las teorías aprobadas oficialmente eran las Lamarckianas, lo que lastró a toda una generación de científicos.

No tengo nada en contra de la fe, que puede ser algo maravilloso. Pero no estoy de acuerdo con los fanatismos ciegos que tratan de imponer una determinada idea a los demás por la fuerza, pisoteando los derechos humanos si conviene.

Es un debate que permanecerá largo tiempo abierto en nuestra sociedad. A fin de cuentas, vivimos tiempos interesantes, lo que según los chinos, constituye una verdadera maldición.