18 abril 2007

Correlaciones: Arte efímero

Según la maldición china: vivimos tiempos interesantes. Esto es aplicable a muchos de los aspectos de nuestra vida diaria. Y entre ellos, al arte. Una tendencia más o menos moderna es lo que podríamos denominar arte efímero. Todos hemos oído hablar de él, aunque quizá no bajo esta denominación.

Conocidas son por todos algunas muestras de arte efímero, como la esculturas de hielo, cada vez más populares. No en vano, incluso en entornos poco acogedores térmicamente hablando, se han llegado a habilitar pabellones refrigerados para acoger estas bellas, pero poco duraderas muestras de arte escultórico.

Vivimos un tiempo en que la norma parece ser “usar y tirar” o “consumir sin mirar atrás”. Mientras los usos no cambien, esta parece ser la norma de estos tiempos acelerados en que vivimos.

Que se lo digan al señor aquel que se dedicaba a “pintar” en las pistas de esquí cuadros mediante sustancias que teñían el color de la nieve. Nadie –salvo los propietarios de las pistas de esquí- criticarían su talento pictórico, aunque tal vez, sólo una fotografía en el momento y lugar adecuados podría preservar para la posteridad estas muestras de arte.

También la ciencia ficción nos ha ofrecido algunos ejemplos de arte más o menos efímero. Los cantores de “El tiempo considerado como una espiral de piedras semipreciosas” de Samuel R. Delany es un caso de este arte efímero y consumista.

Otros ejemplos son las esculturas luminosas que realiza un robot en “Parodia rimada” de Isaac Asimov o la totalmente onírica “Los escultores de nubes de Coral D” de J. G. Ballard, relato contenido en su colección de narraciones Vermilion sands. En éste, unos aviadores dotados con unos aviones especiales, se dedican a esculpir las nubes para obtener figuras evanescentes que se disiparán en pocos instantes.

Aunque, tal vez, la muestra más clásica y extendida de arte efímero de nuestros días sea la alta gastronomía, con sus peculiares combinaciones de sabores, aromas y texturas, congregados y deconstruidos de múltiples maneras, como en el también asimoviano “Buen gusto”.