26 febrero 2007

Tierra de residuos, residuos de la Tierra

Según recientes estudios científicos, la radiación degrada más deprisa de lo previsto los contenedores de residuos nucleares. Si en principio se pensaba que los materiales que los contenían podrían resistir tranquilamente durante cientos de miles de años, al parecer la cosa se queda en caldo de borrajas, ya que difícilmente aguantarán 1400 años, esto es, 14 miserables siglos.

Puede que parezca mucho tiempo, pero esto entra dentro de la escala histórica. Así, si las centrales nucleares hubiesen aparecido a finales de la Edad Media y se hubiesen lanzado los residuos en bidones “seguros” al mar, ahora estaríamos al borde de una hecatombe ecológica.

En fin, que pasa lo de siempre, que aquellos que aseguraron que los materiales eran segurísimos y que no tendríamos que preocuparnos más por ellos, se quedaron calvos de tanto pensar y, como tantas otras veces, pecaron de optimismo. Eso si no pecaron de algo peor.

Pero es que la cosa aún es más grave. Parece ser que los primeros problemas no aparecerán dentro de 1400 años, sino dentro de 200, es decir, un par de siglos, cosa que no es muy tranquilizadora para nuestros herederos.

Supongo que a no mucho tardar se van a tener que empezar a replantear seriamente qué se hace con los residuos nucleares. Recuerdo que hace tiempo, alguien propuso la curiosa idea de la naranja radiactiva, es decir, vitrificar pequeñas cantidades de residuos y repartirlas por todas las familias del planeta, de manera que todo el mundo tuviese su pequeña cuota de residuos.

Pero teniendo en cuenta lo que ahora sabemos sobre materiales contenedores, más vale no adoptar esa idea si no queremos empezar a generar una nueva raza de mutantes en poco más de un par de siglos.

En el relato "Tierra de residuos", de Charles Sheffield se describe un sistema para reaprovechar los deshechos radiactivos y convertirlos en energía. El argumento, al parecer, está basado en una idea de Carlo Rubbia, el premio Nobel de Física. Hay investigaciones en marcha en la actualidad para ver si la cosa es viable.

No perdamos de vista que, aunque renunciemos a la energía nuclear, seguiremos generando residuos nucleares, aunque en menor cantidad pues los radioisótopos siguen teniendo aplicaciones médicas e industriales, por lo que seguirá habiendo residuos. Eso por lo hablar de los arsenales de armas nucleares que aún mantienen muchos países.

Por lo tanto, urge encontrar una salida más o menos razonable para esos residuos tan peligrosos. Esperemos que a alguien se le ocurra una brillante idea antes de que sea demasiado tarde.