26 septiembre 2006

Un triste número

Para empezar, quiero dejar muy claro que lo que sigue no es un ataque a nadie. Lo digo, porque parece que hay muchas susceptibilidades sueltas y fáciles de herir y nada más lejos de mi propósito. Lo que sigue son sólo reflexiones extrictamente personales. Cada cual es libre de hacer lo que quiera.

Me cuesta mucho hacer reseñas de libros. No es una dificultad teórica. Se cómo se analiza un texto. Tampoco es una cuestión práctica: lo he hecho muchas veces, aunque reconozco que disfruto más analizando relatos que no novelas.

La cuestión es que la mayor parte de las críticas literarias no pasan de ser reseñas y, a su vez, la mayor parte de éstas, se limitan a un "esto está bien" o "esto es muy chulo porque tal o cual". Permitidme que os diga que me parece poco.

El extremo de todo esto es cuantificar una novela con un número del 0 al 5 (o del 0 al 10) o con la escala que sea. Lo encuentro reduccionista en extremo. Pero en los tiempos que corren, con la endémica falta de tiempo que nos espolea y la necesidad de argumentos simples y predigeridos, entiendo que a veces no queda más remedio.

Como decía al principio no pretendo criticarlo. Simplemente, a mí me cuesta a horrores, por eso en este blog encontraréis pocas críticas o reseñas literarias, al menos de novelas.

Por otro lado, cuando entramos a analizar una obra nos encontramos con una multitud de posibilidades. Hay gente que destaca la audacia de las ideas de un determinado autor o bien la maestría con que domina la narración, el tempo logrado o lo rompedor que es su estilo.

Todo esto es destacable y puede ser destacado. ¿Pero qué busca un potencial lector? ¿Audacia en las formas o conservadurismo? ¿Desea pensar o relajarse? ¿Desea que se le estimule intelectualmente o sólo quiere evadirse de una realidad que no le acaba de gustar?

Destacar todos los posibles elementos que pueden interesar a un potencial lector es algo muy complejo. No obstante, las críticas que más me asustan son las que concluyen recomendándonos encarecidamente el libro o denostándolo hasta el extremo que pretenden disuadirnos de que perdamos el tiempo con él.

Yo mismo, en casos verdaderamente extremos, he recomendado la no-lectura de algún libro. Pero tiene que ser algo que considere extraordinariamente espantoso.

Pero volvamos al asunto central: ¿quién soy yo para decir que tal o cual obra no merece la pena ser leída? O peor: ¿quién soy yo para recomendar cómo debe gastar un lector su posiblemente escaso tiempo de ocio?

Soy más partidario de presentar las características del libro. Lo que pasa es que si nos limitamos a eso, la crítica-reseña puede salir más bien sosita. A la gente le gustan las opiniones, la carnaza, la polémica. Lo he podido comprobar bien. No gustan de una supuesta objetividad que siempre será muy discutible.

Por eso no hago críticas ni reseñas, porque encuentro que lo que tendría que decir de los libros sería más bien algo muy aburrido. Sólo me decido a hacer recomendaciones en situaciones muy notables. Aún así, siempre me queda la duda.

1 Comments:

At 8:27 p. m., Blogger Errantus said...

La ventaja de los foros es que ya nos conocemos mas o menos, y sabemos por donde tiran los gustos del personal, con quienes se coincide y con quienes no. Por eso las críticas y consejos de algunos se valoran como opinión de peso para decidir si comprar o no un libro. Es cierto, no somos LA autoridad, pero alguna luz podemos aportar a aquellos que tengan gustos similares a los nuestros. Además, no sé tú, pero es que yo no conozco un sólo crítico por quien metiese la mano al fuego y nombrase como autoridad superior. ;)

 

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